Saturday, July 4, 2009

Presuntos inocentes


La semana pasada, una pareja de americanos fueron presos, acusados de espiar para Cuba.

La mujer, Gwendolyn Myers, de 71 años, había sido profesora universitaria.

El marido, Walter Kendall Myers, de 72, había trabajado en el Departamento de Estado como analista.

Ahora en la prisión, puede convertirse en manolista.

Manolito fue uno de los primeros espías cubanos que entraron en una cárcel en EE.UU.

Se sabe que los espías en prisión son como los violadores de niños.

Se les mete tanta presión, que terminan con una lista en la mano.

La lista de los que pasarán a meterle presión por la noche.

O sea, que un manolista es un tipo que en la calle tenía la lengua suelta y en la cárcel la mano lista.

Y de manolista a anolista lo que va es una M, de moralista, de marxista, o de macartista.

Aunque esta pareja, con setenta y pico de años, allá adentro va a tener que soltar la lengua también.

Y explicar por qué han traicionado su propio país durante más de 30 años.

Ahora sabrán lo que es la dieta del codito.

Tendrán que hablar hasta por los codos, sin salsa, sin sabor y agachaditos.

Por el momento, la pareja se ha declarado inocente, así que no pueden ser considerados espías hasta que no se les pruebe.

En la cárcel te prueban primero y después te declaran inocente.

En democracia decide el tribunal.

En la cárcel decide la tribu.

El tribunal ha decidido no liberar bajo fianza a los inculpados, por temor a que escapen a Cuba.

Los delitos de que se les acusan conllevarían una sentencia entre 14 y 17 años.

Se calcula que un manolista, en 14 años, haya sido sometido a tanta presión, que su cuerpo toma la forma de un globo: achatado por los polos y abultado en el Ecuador.

14 años pudiera significar para ellos una cadena perpetua.

Los presuntos espías poseen un yate y medio millón en inversiones.

En la cárcel sería mejor tener un bate, y cambiar el millón por algodones.

Los presuntos espías fueron descubiertos de la manera más increíble: conocieron a un oficial de la inteligencia cubana y le contaron todas las acciones que habían realizado contra los EE.UU.

El oficial de la inteligencia cubana resultó ser un agente encubierto del FBI.

En prisión eso se llama caer en la trampita de cazar bobos, y se sabe que en prisión, el bobo muere por la boca.

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