El futuro no le está prohibido a nadie.
El futuro es el lugar ideal para poner los sueños.
¿Qué es lo que decide a una persona sensible, consciente de que tiene habilidades para el teatro, de dar el paso siguiente e integrar un taller de creación teatral?
La intensidad emocional de ciertos talleres dejan entrever una transgresión de la frontera entre taller de creación y terapia de grupo.
Sin embargo, los actores no parecen estar afectados al final de estas sesiones donde las lágrimas, las confesiones, la escenificación de experiencias personales, o los accesos de risa han estado omnipresentes.
Mas bien parecen estar felices de haber explorado las capas más profundas de su ser, como acomodando el cuerpo para recibir los personajes a los que se le prestará.
Cada integrante de un taller de creación teatral tiene un objetivo diferente, que raramente está en contradicción con los objetivos de los otros integrantes.
Actuar suele ser el objetivo supremo.
Actuar en televisión, en teatro, en cine, actuar en el sentido de la acción, en su trabajo, en su casa, con la familia, con el otro, con la persona amada, porque interpretar no es la única manera de actuar.
Lo hacen con tanta intensidad, le ponen tanto corazón, que se ve que lo hacen por su futuro.
Los que aún podemos soñar sabemos que los sueños son un lujo del pensamiento.
Los que aún podemos realizar nuestros sueños sabemos que somos un lujo de la raza humana.
En un futuro próximo este grupo (que se entrena en la Alianza Francesa de Miami) estará actuando.
Sería genial que cada uno de nosotros (tanto espectadores como actores) se conviertan en entes activos con respecto a los otros.
Que no existan esos que den teatro ni aquellos que lo reciban.
Debemos crear un circuito de personas diferentes atravesados por preocupaciones comunes.
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