Hoy actuamos en Knoxville, en un teatro que tiene cien años de historia.
El Bijou Theatre ha acogido en un siglo a performers de la talla de los Marx Brothers, Dizzy Gillespie, Tony Bennett, Dolly Parton, Cheryl Crow, Bobby Mc Ferrin, y Montgomery Cliff, entre muchos otros.
Actuar en aquella escena tan cargada de historia fue como un ritual de iniciación que aceptamos con modestia y orgullo, quizas por eso apretamos el acelerador hasta el fondo.
Las lágrimas del público en “Don Quijote” empezaron a sentirse mucho antes de la escena final.
“Los 3 Mosqueteros” volvió a tener la ligereza de la novela de capa y espada de Dumas, y transitó fluida hasta la ovación final.
Hemos tenido que montar un saludo nuevo, a la altura de lo que el público nos está aplaudiendo, a la altura de lo que se han convertido esos espectaculos.
Estoy resfriado, ayer salí a escena sin camisa, para escuchar el organista del Atlanta Lyric Theatre regalarnos una andanada de canciones, y hoy estoy loco de gripe.
Los actores no han parado de hacer juegos de roles y match de improvisaciones durante el viaje a Saint-Louis, Missouri, donde pasaremos este fin de semana.
La producción nos ha prevenido de la calidad del hotel que nos han reservado para reposarnos de una semana que ha sido histórica.
El entusiasmo de la Compañía esta intacto, se siente que lo que nos queda es placer de ahora en adelante: el placer de recoger los frutos de una formidable siembra.
El teatro parece tan fácil cuando fluye y funciona de esa manera.
Nadie puede imaginarse la presión que llevamos dentro durante todo el proceso de creación.
Un abrazo sincero, cálido, mío,
Yoshvani.
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