Monday, December 29, 2008

Harold Pinter en mi vida

jueves, diciembre 25, 2008

Harold Pinter: la noticia más triste



Es la noticia más triste para el teatro británico y también para los que de una forma u otra estamos contra la guerra y el abuso de poder. Y es que eso fue la vida y el teatro de Pinter: una lucha perpetua por denunciar los secretos más profundos de la carroña humana, una batalla eterna contra la hipocresía de cierto tipo de personas que dan la impresión de haber pasado de la barbarie a la decadencia sin conocer la civilización.

En 2005, en Francia, los derechos de autor de Pinter eran complicados de obtener, decidimos jugarnos el todo por el todo y empezar a ensayar "The lover" (L'Amant), sin tener contrato con teatro alguno, no era la primera vez que hacíamos esa locura, así que nos pusimos a trabajar como de costumbre.

Conocíamos a Pinter por "The caretaker" ("Le gardien"), y habíamos oido esas historias de los años ochenta cuando le hizo la vida difícil a Margaret Thatcher, disintiendo con fervor y convicción de su política exterior e interior (el dramaturgo nunca quiso que la reina Elizabeth le diera sus letras de nobleza, así que su tumba no dirá "Sir" Harold Pinter, sin embargo aceptó la Orden de la Legión de Honor Francesa en 2007); pero aquel febrero de 2003, delante de más de un millón de personas en Hide Park, lo vimos arremeter contra la guerra en Irak con una tal fragilidad, su cáncer del esófago se decía irremediable, y una tal seguridad en si mismo que nos quedamos anestesiados frente al televisor.

Harold Pinter llamó a Tony Blair "idiota lleno de ilusiones" y a George Bush "criminal de guerra", cinco años después la anécdota no tiene mucho de original, pero en su contexto fue una bomba.

En 2003, el año del comienzo de la guerra de Irak, la adjudicación del Premio Nobel de Literatura al escritor más conocido de Sudáfrica tuvo un aire anacrónico e inconexo, pero la polémica fue mayor al año siguiente cuando anunciaron que la ganadora era la escritora austríaca Elfriede Jelinek, el primer país sorprendido fue Austria, en verdad la obra de la autora de "La pianista", a medio camino entre el aburrimiento y la pornografía, no le llagaba a los tobillos a la de Harold Pinter.

Y nos dijimos que teníamos una oportunidad en oro para apostarle a Pinter para el 2005, si ganaba el Premio Nobel, todo el mundo querría tener en escena una obra de él, y nosotros nos sacaríamos "El Amante" de la manga.

La temporada 2004-2005 fue terrible para mí, me operé dos veces la rodilla y no quise hacer fisioterapia por no perderme la gira de mi obra "Circuito cerrado" por la Cartoucherie de Vincennes, en Paris, ni el taller con el mítico grupo barcelonés "Els Comediants", resultado: tuve que retornar al hospital y perder lo que hubiera podido adelantar.

No volvimos a hablar de Pinter hasta mediados de septiembre del 2005, antes cumplimos con proyectos con los que nos habíamos comprometido: "Five women wearing the same dress", de Alan Ball, el guionista de la película "American Beauty", cuyos derechos de autor nos dolieron en el alma, y "Romeo y Julieta", de Shakespeare, en apertura de la temporada 2005-2006 en la Escena Nacional de la Martinica.

El Premio Nobel de Literatura suele anunciarse uno de los dos primeros jueves de octubre, esa noche, a pesar de la diferencia de horario con Suecia, nos bebimos hasta el agua de los floreros, y brindamos por que el cáncer se alojara en el esófago de la guerra y nos dejara escuchar un discurso a la medida de la obra del maestro.
Empezó diciendo que en su teatro no había mucha diferencia entre lo que es real e irreal, entre lo que es falso y lo que es verdadero, y aquello me dio la clave para mi puesta en escena de "L'amant".

Recuerdo que atacó otra vez a Bush y Blair, que habló maravillas de Neruda, y también que defendió con su fervor habitual una Nicaragua que, a todas luces, no conoció lo suficiente.

El Teatro de la Ciudad de Fort-de-France nos compró la obra al precio que quisimos, incluso pagaron los derecho de autor, y la crítica escribió cosas inspiradas como "un trabajo profesional que respeta las reglas del arte, donde se tornea y se despeja el modelo contemporáneo de un teatro fortificado".

Y es que el argumento de "L'amant" no puede ser más imaginativo y eficaz: una pareja al borde del divorcio decide darse una nueva oportunidad: la mujer toma un amante, un amante que ella recibirá una vez que el marido se marche al trabajo. El marido, un ejecutivo formal y educado, está al corriente de la situación; el amante es un hombre desaliñado, extrovertido y grosero, la antípoda del marido. Pero pronto nos vamos a dar cuenta que el amante y el marido son la misma persona, y en ese punto la sorpresa sólo estará comenzando, las cosas van a complicarse de verdad cuando el marido se ponga celoso del amante y haga su primera crisis de... ¿celos? ¿esquizofrenia? ¿peor aún?

"En mi teatro no hay mucha diferencia entre lo que es real y lo que es irreal, entre lo que es falso y lo que es verdadero", creo que ahí está la clave de su inmortalidad, que empezó por allá por los años mil novecientos sesenta, mucho antes de su muerte de ayer.

Vayan estas líneas como un homenaje de agradecimiento a un autor que sólo conocimos a través de su obra, que es la mejor manera de conocer a sus ídolos, sin tocarlos, para que no haya la mínima posibilidad de que su brillo se nos quede en las manos.

Yoshvani Medina