Friday, May 14, 2010

NEURALGIA: El arte necesario.


Cuando un director termina una película, automáticamente ésta ya no le pertenece.

Lo único que le queda es la manera en que pasará a través de si mismo.

Magdiel Aspillaga y Danny Jacomino le pasaron las velocidades a la historia del cine de Miami, anoche, en el Gusman Center for de Performings Arts, en el pre-estreno de « Neuralgia ».

Alrededor de un millar de personas se dieron cita en el bello teatro del downtown, demostrando que hay un público listo a seguir sus creadores y aplaudirlos con entusiasmo.

Y es ahí donde radica el ímpetu de la película, más allá del sentido de su estética, de la fuerza de su realización, o del universo cautivante del joven director cubano.

Hay películas importantes y películas necesarias.

El equipo de Danny Jacomino, contando con la sola fuerza de sus brazos, se dio la tarea de realizar la mejor película que sus tripas fueran capaces de generar… y lo consiguieron.

Lo consiguieron bajo los vítores de una sala que los acompañó de punta a cabo, y es que el inconsciente colectivo, que no necesita de grandes campañas de comunicación, intuyó el buen arte desde la salida del tráiler, en Internet, hace unos días.

Esos que dieron por perdida la película antes de su estreno tuvieron que constatar que Jacomino y Aspillaga son capaces de dar una fiesta de quince en un cementerio, y convocar las ánimas más ilustres de este arte.

Anduvo rondando el alma de Antonioni en “La aventura”; el de Hitchcock, con su efecto espeluznante en la columna vertebral de los espectadores; el del mejor cine cubano, con esa cama paseándose por la ciudad, en una camioneta conducida por la pareja más encantadora de mi generación.

Aspillaga vuela en pedazos aquel axioma que dice que la ventaja de la novela sobre el film es que ella puede pasar al interior de los personajes.

Seguro que “Neuralgia” tiene aristas que debieron desarrollarse más, pero el film se percibe como una suerte de cine-novela.

Esta manera de realizar, de exponer el discurso, de imbricar los diferentes planos en que transita la película es novedosa en nuestro cine, y probablemente conocerá tantos triunfos y fracasos como cualquier tendencia novedosa que le haya precedido.

Es gracias a esas tendencias novedosas, igualmente, que el cine vivirá.

El joven cineasta cubano le ha entrado con todas sus fuerzas a “la jugada de Miami” y ha plantado una película que toca grandes temas: el suicidio, la incomunicación, la muerte, el tedio, la mujer, mostrando una relación muy especial con su Miami, con la soledad, con la incomunicación del creador.

El cine de Magdiel representa la realidad a través de la realidad; el miedo a través del miedo; la soledad a través de la soledad.

Magdiel no ha pretendido plasmar en su filme un tiempo que ya no existe; sino que ha procedido por analogía, representando el tiempo que le ha tocado vivir, con un mundo paralelo donde el ensueño y la perversidad están omnipresentes.

Magdiel es un verdadero creador de su tiempo y de su lugar, el sentimentalismo no le nubla los ojos, tiene la mirada clara e implacable para dar el más genuino testimonio: no tiene nostalgia del pasado, sino neuralgia del presente.

Desde el momento en que se decide a mandar todo al infierno y partir, el creador de la diáspora se ve oprimido por un asalto de sentimientos inadecuados.

Léase bien inadecuados y no caducos, inadecuados en el sentido de que lastran y condicionan sin jamás mostrar una verdadera vía de salida hacia la realización personal.

Según parece, al creador que llega a Miami le cuesta más librarse de ese legado.

Aquí suele actuarse, escribirse y montarse condicionado por pulsiones y mitos morales que pertenecen a otro tiempo.

“Neuralgia” trae un aire nuevo, libre de todo lastre ideológico o moral, sin renunciar a hablar de los temas que interesan a su autor.

El tono de la película es definitivamente subjetivo, personal, y sin embargo, rara vez se vio un discurso más humilde, más alejado de la retórica del “ombliguismo”.

Los conflictos e intereses del autor van por otra parte, no pretende aportar soluciones, no tiene vocación de moralista.

La tesis de “Neuralgia” es la inestabilidad de los sentimientos humanos; para sumergirse en este campo infinito, Magdiel se sirve de instrumentos sencillos, pero de una precisión temeraria: utilización de encuadres documentales, desestructuración del discurso narrativo, que no sólo se reduce a romper la linealidad de lo contado, sino que combina los planos espaciales y los temporales, superponiéndolos a diferentes planos psicológicos.

La carretera (las calles, los express-way), son para Magdiel lo que el agua es para Michelangelo Antonioni: la carretera como vía escapatoria, la carretera como escena del crimen, la carretera como un conducto donde fluyen la sangre, el miedo y los líquidos seminales que perpetuarán esta especie rara como la de Magdiel, que ase la realidad con un subjetivismo que a nadie debe la sobrevida.

“Nostalgia” es un filme sobre la incomunicación, que más allá de desnudar la inconsistencia de los sentimientos humanos, demuestra el fracaso de una moral basada en el sentimentalismo y no en la razón, lo que equivale a denunciar el fracaso de la clase social que enarbola estos valores morales enfermizos.

Hay tres películas magníficas en “Neuralgia”: la de la pareja que transporta su cama por la ciudad, de una comicidad demoledora y una polisemia criolla.

La del escritor enajenado: que encuentra esa prostituta con la que hace el amor frente a un espejo, tras el que se esconde el editor de su libro; que tiene mucha fuerza, sensualidad, perversidad…

Y la de esta mujer al borde de la locura: cuyo marido dobla películas pornográficas y trata de seducir a su asistente: inusitada, embrujadora.

En realidad es bastante para una sola película, lo que deja la impresión de que el autor expuso tres excelentes líneas de fuerza a las que no les sacó todo el jugo.

Este sentimiento de inacabado pudiera resentirse en algunos exabruptos en la banda sonora, personalmente hubiera cerrado la película en la penúltima escena.

Lo que es innegable es que Magdiel Aspillaga encontró las palabras para dirigir un casting compuesto por una muestra de lo mejor de los actores de Miami.

A 31 años no era tarea fácil compaginar el tono alucinado de La Muerte de Ivette Viñas, el registro interior de Ibetti Larralde, la explosividad de María Isabel Díaz, brillante en su interacción con un Jorge Luis Álvarez armónico y vivo; la vehemencia del inquietante personaje de Ramón Veloz, la organicidad de actrices como Zaida Castellanos o Caridad Ravelo, la precisión de Gilberto Reyes, los acentos del norteamericano Aaron Hill o la brasileña Eva Weiner, soberbia en su entrega, y la parquedad de Texidó.

“Neuralgia” viene a demostrar que lo único que se obtiene en la vida sin sacrificios es el fracaso; y que sin sueños, la vida sólo seria un ensayo para la muerte.