Friday, May 15, 2009

Miami es el cementerio de los artistas


"Miami es el cementerio de los artistas”, me dijo un amigo escritor en Lisboa, en el verano del 2006. Estábamos compartiendo unas bebidas sentados a la mesa del más grande poeta portugués de todos los tiempos: Fernando Pessoa.

Acabábamos de estar un mes en cartelera en el Festival de Avignon, con una obra suya dirigida por mí, habíamos alquilado un carro en París y atravesado Francia y España para conocer el bar donde se encontraba la estatua de Pessoa.

Cuando llegamos y vimos al maestro sentado en una mesa, rodeado de turistas que se tiraban fotos abrazándolo o le ponían una cerveza en su mano extendida, allí, al exterior de un cafetín miserablemente comercial, tuvimos pena por el arte lusitano.

Aquí te han puesto, maestro, dijo mi amigo y las bebidas nos supieron a cicuta.

Te pasará lo mismo en Miami, el comercialismo y más tarde su consecuencia directa : la mediocridad, darán cuenta de ti. Tendrás que elegir entre producir basura o hundirte en la depresión. Miami no ha dado una obra de teatro que valga la pena en cincuenta años, me dijo, de lo contrario el mundo lo supiera.

Tres meses después veía yo mi primera obra en Miami, « Esperando a mamá », de Cristina Rebull, y me pareció un buen espectáculo, lloré y reí en una sala llena de personas de diferentes edades, y cuando se lo conté a mi amigo, me respondió : Ojalá que se quede una temporada completa en cartelera, ojalá que sea el principio del cambio.

« Esperando a mamá » fue una parábola sobre el exilio cubano que encontró su público porque le habló de lo que le interesaba, de lo que es constante y fundamental en el ser humano. Desgraciadamente estuvo en escena mucho menos que lo que una obra de teatro de éxito se queda en cartelera en cualquier parte del mundo.

A los pocos meses vi otra obra de teatro de la misma autora, esta vez el texto era menos ambicioso, y ya no se escenificaba en un teatro sino en un bar, pero el público volvió a responder presente y llenó la sala.

Para mí Cristina Rebull tenía el liderato de la dramaturgia en esta ciudad, de manera natural y merecida, yo estaba seguro que en su próxima obra se acercaría más a la problemática actual de Miami, y convulsionaría nuestra definitivamente con una nueva comedia dramática. Dos años después aún la espero.

Semanas más tarde vi en New York el montaje de « Ana en el Trópico », firmado René Buch. Nilo Cruz había obtenido un Premio Pulitzer con ese texto, y aunque a mi amigo la obra le hubiera parecido una historia con perfume de rosa, excentrada en un Tampa de antaño que la acerca más a las telenovelas de época que a los autores que andan deshaciendo la dramaturgia contemporánea (Rodrigo García, Aravind Adyanthaya o el propio Ulises Cala, por sólo citar a dramaturgos que escriben en español), Nilo Cruz había experimentado la intertextualidad con Tolstoi, logrado un texto de intenso lirismo y accedido a la estratósfera de la dramaturgia contemporánea : desde ahora sería puesto en escena y traducido en las cuatro esquinas del mundo, y ello sólo podía tener un impacto positivo en el paisaje teatral de Miami, donde la obra fue escrita, gracias a una residencia de autor facilitada a Nilo Cruz por Rafael de Acha, dato que debiera ser de conocimiento general.

El montaje que vi en New York tuvo un éxito rotundo en un público mayoritariamente latino, de diferentes edades y colores.

Un tiempo después la obra sería repuesta en el Teatro 8 de Miami, también en una sala repleta, pero esta vez el público tenía una edad promedio mucho mayor. Yo me sentí muy bien entre tanto veterano, primero porque constataba que la obra llegaba a todas las edades, segundo porque pensé que era una función especial dirigida a personas de la tercera edad. Pensé con agrado que el Teatro 8 multiplicaba las iniciativas para llegar al gran público.

Meses después regresé al Teatro 8 para conocer un poeta escénico, Rolando Moreno, que dirigía otra obra de Nilo Cruz, « Lorca con un vestido verde ».

Constaté que el lirismo y la intensidad dramática eran una constante en la dramaturgia de Nilo, y el público veterano y numeroso una constante en el Teatro 8. La obra volvía a estar excentrada en tiempo y época, recurría a la poesía como recurso dramítico, cómo escribir de otra manera sobre Lorca, y tocaba, con un ángulo inusitado, el tema de la libertad de expresión en un Miami con ideología dominante.

« Lorca con un vestido verde » bajó de escena en pleno éxito, como si su carrera hubiera estado predeterminada, un lujo que equivale a echar comida al mar con la orilla llena de hambrientos. Estoy seguro que la dirección del teatro tiene una buena razón para haber bajado la obra de cartelera, como seguro estoy de que en teatro hay que saber contar con lo imprevisto.

La descubierta de Sandra y Ernesto García se la conté a mi amigo como la mejor noticia del año : Miami tenía un laboratorio teatral, una compañía-escuela, similar a las de los paradigmas teatrales (desde Molière hasta el boliviano César Brie, que fue alumno de Barba, quien a su vez fue alumno de Grotowski, que se inspiró de Artaud, y así sucesivamente). Se sabe que una de las maneras de propiciar la creación teatral es la formación de una compañía-escuela, donde se aprenda a actuar al mismo tiempo que se produzca el dinero para mantenerse a flote.

El principio es bastante artesanal, pero el teatro, a pesar del progreso y los avances técnológicos, sigue siendo el arte que más se parece a escribir versos sobre la arena.

El proyecto trata de formar nuevos actores, la mayoría muy jóvenes, combinando el estudio y la creación escénica, lo que les ha dado resultados alentadores a corto plazo. Gracias a su trabajo han podido mantener una sala de teatro digna de ese nombre, y han sabido atraer un público ávido y entusiasta.

Sandra García actúa en el registro de los actores de Teatro Estudio de Cuba, siempre la he visto actuando con sus alumnos y dirigida por Ernesto García, en el primer espectáculo que vi, el desequilibrio con sus alumnos era tal que me recordaba las comparaciones entre Sarah Bernhardt y Eleonora Duse (ambas actrices fueron consideradas verdaderas divas en su tiempo, lo que pasa es que el enfoque de sus actuaciones era radicalmente opuesto).

A pesar de los deslices lógicos de los primeros tiempos, la compañía encontró su tono, y la diferencia entre los actores noveles y Sandra se reduce a cada espectáculo.

Están haciendo el mejor teatro que son capaces de hacer, sin hacer concesiones al comercialismo, y si antes escribía solamente Ernesto, ahora comienzan a llamar a dramaturgos del patio como Matías Monte Huidobro.

No sé a que se parecía el espectáculo « Los acosados », pero creo que llamar a Huidobro ha sido un gesto sabio. El gran peligro de un proyecto así es la ghettorización de la compañía. Todo creador tiene el deber de viajar y confrontarse a la poética de otros creadores, influencia no es plagio, influencia es luz, plagio oscuridad, sino que le pregunten a William Shakespeare.

Ernesto García, que a priori, parece estar más cerca del multifuncionalismo de Tadeusz Kantor que de la provocación de Pippo Delbonno, por momentos parece perderse entre tanto vector de creación, entre tantas buenas ideas y tan buen material humano que tiene en su compañía ; sin embargo su deseo está intacto, y su perseverancia lo llevan a ser el teatrero más prometedor de Miami.

Por su parte Juan Roca se debate entre la contemporaneidad y el bufo, compartido entre lo que él llama su necesidad de pagar los biles y su deseo de poner en escena lo mejor de sí.

Si su « Bernarda » ha sido el espectáculo más sorprendente de la temporada, y ya está siendo esperado en Los Angeles, su « Cenicienta en Hialeah », es una experiencia que repetiría sin miramientos, en nombre de la supervivencia comercial, argumento más que comprensible. Pienso que tal vez los biles de Ernesto García sean tan importantes como los de Juan Roca.

En todo caso el teatro de Juan Roca parece penar más para encontrar su voz. Parece un teatro indeciso entre lanzarse al comercialismo más feroz, y el más feroz deseo de ir hasta las últimas consecuencia de su arte, que es quizás la clave del éxito de « Bernarda ».

Indeciso parece también el teatro « América », sin un líder artístico a la cabeza. Lito Gras es el gerente y responsable del teatro, uno de los productores de América TV, pero no es un creador. El teatro América quiere, como todos los dueños, llenar su teatro, en su caso se agrega la frase « a como dé lugar ».

La fórmula que consiste a seducir un público cubano que vota a la derecha de la derecha, y que tanto éxito les ha dado en Televisión, no funciona en teatro.

La adaptación de « Regreso a casa », obra argentina de éxito, se quedó a penas ocho semanas en cartelera (y si « apenas » pudo sonar insatisfecho, qué decir del fugaz pasaje de « Yepetto »). Todo había comenzado con una Susana Pérez que trataba de sumarse a la movida de Miami, con un texto que a primera oída pudiera sonar « caliente » para el espectador neófito, pero que era uno de los textos claves del binomio Darío Fo- Franca Ramé, escrito antes del Premio Nobel, y considerado el ancestro de « Los Monólogos de la Vagina).

La última jugada del « América », el espectáculo de Javier Ceriani, deja claro el momento de crisis de identidad que está atravesando el teatro.

Por último, unas líneas sobre nuestro Festival Internacional de Teatro, que una vez al año se alumbra para recordarnos lo bueno que pudiéramos ser.

Excelentes puestas en escenas y soberbias interpretaciones puestas en resonancias a precio de miles de dólares, que Mario Ernesto ha sabido encontrar.

Alguna gira VIP a Europa, y hasta el próximo año, para crear otro gran espectáculo de teatro que volverá a ser actuado cuatro veces, visto por mil personas y alguna gira…

Si se le pregunta a Mario Ernesto por qué no actúa en Miami después del Festival, él responderá que porque el público no viene al teatro.

O sea, que nuestra mejor compañía está cortada de su público durante once meses del año, lo que da un toque de rareza y distinción a sus creaciones, que no tienen finalmente mucho peso (y sin embargo despiertan bastante envidia por sus dólares) en el paisaje teatral de la ciudad.

Quiénes son entonces los dramaturgos de Miami ? Quiénes son capaces de entregar una obra dramática con frecuencia regular, quiénes son identificados por el público como dramaturgos, considerados por la crítica, publicados por las editoriales y montados por los directores ?

Ernesto García, con una versión libre de un clásico griego y dos obras originales (« Aromas de un viaje » y averiguar la otra) se ha montado él mismo y logrado existir sin trascender mucho las fronteras de la ciudad. De Cristina Rebull se esperaría una comedia que la autora dirigiría a Zulema Cruz y Ana Viñas, un proyecto aún en pañales). Sin embargo es innegable que esos dos dramaturgos sobresalen en nuestro paisaje teatral en estos dosúltimos años. El resto son publicaciones en libros que no han podido traducirse a la escena, lecturas públicas que no han pasado de ser puestas en espacio de una noche y obras escritas para gavetas. Nuestros dramaturgos, por el momento, están desconectados de nuestros directores (con la excepción de Ernesto García que montó « Los acosados », de Huidobro, una pieza escrita en los años cincuenta, o de los directores de Teatro 8, Rolando Moreno y Marcos Casanova, que montaron las dos obras de Nilo Cruz).

Esta situación tiene su influencia directa en lo que se pudiera llamar la creación teatral del patio, y más directamente en sus actores, quienes se ven cada vez más obligados a actuar en shows televisivos que los devalúan a los ojos de los espectadores. No todos los shows de la televisión devalúan los actores, aún hay plaza en la Televisión para que los actores busquen su pan sin vender su alma al diablo, o sin transformar su arte en un simple oficio cotidiano, al que acuden sin ganas porque no tienen el incentivo del arte ni (la mayor parte del tiempo) del dinero.

Cada quien debe comer y pagar sus biles, como se dice en Miami, pero un actor es una flor, que resplandece o se marchita de acuerdo al trato de su jardinero. Cuando en un show de televisión el actor es instrumento para la búsqueda « a como dé lugar » del rating, cuando se pone el facilismo y el mal gusto sobre lo artístico, porque se considera que el público se identificará más fácilmente con la chabacanería que con lo noble, se muestra un gran desprecio por el público. Proponerle un programa chabacano al público equivale a decir : a ustedes les gustará porque ustedes son así. Un artista que entra en ese juego vale lo que le pagan. Y personalmente comprendo muy bien un actor que dice : lo hago porque tengo que comer, es más, siempre he sentido un gran respeto por las personas que lo han hecho a lo largo de la historia de la humanidad, tanto como he respetado los hombres y mujeres que han comprendido que hay cosas que no tienen precio, sino valor.

La única salida para salir de ese laberinto es la creación de proyectos de compañías, de cursos de teatro, de programas de televisión que engrandezcan y no que reduzcan nuestra imagen a las más bajas de nuestras pulsiones.

El mismo asere que mirará el más vulgar de los shows de televisión no querrá que su hija de quince años sea cómplice de esas vulgaridades. Seguramente si ese asere asiste a « Esperando a mamá » lloraría al final como todos los espectadores.

Lo que muestra que el hecho artístico comienza por el creador, el público consume lo que aquel le propone, y nadie puede especular con las leyes del éxito en teatro, poruqe ellas se reumen en dos incisos :

Inciso A : Son las mismas desde hace dos mil años.

Inciso B : Nadie las conoce.

En conclusión, si debemos hacerle una estatua al teatro en Miami, dónde y cómo se la hacemos ?

Un hombre disfrazado de mujer con los pantalones por las rodillas enseñando sus nalgas a una concurrencia que aplaude ?

Varios hombres disfrazados de mujer jugando a las casitas con un texto de repertorio?

Una pareja de alquimistas prometiendo convertir la arena en oro y echándole perlas al abrevadero de los dinosaurios ?

Un hogar de la tercera edad dando una standing ovation a la ecuestre figura de un poeta asesinado ?

Dios envejeciendo, cansado, resolviendo el crucigrama de su próxima obra maestra ?

Una actríz de primera actuando de prostituta en un show de segunda y siendo traicionada por su pudor, que la obliga a bajarse la saya, involuntaria, constante, automáticamente ?

Todas esas imágenes, mezcladas con los senos descomunales que le han puesto a Pessoa en su mano extendida, pudieran ser parte de la cartelera teatral de cualquier ciudad que se respete, a condición de que a su público le interese, le respondo a mi amigo.


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