Friday, May 15, 2009

Morir es apagar el mundo




Antier, minutos antes de empezar la grabación de su programa, falleció en pleno estudio el director Felipito Bernaza.

Se murió como vivió: violentamente, en los brazos de los que durante 63 programas trabajaron bajo su dirección.

Morir es apagar el mundo.

La muerte está sentada a la puerta de los viejos, pero vigilando a los jóvenes.

Cuando pasa lo peor uno piensa: si hubiera otra vida, qué linda la posibilidad de reencarnar en otra persona: un creador de perfumes en Francia, en 1763; un vaquero delincuente en California en 1863; un negrito homosexual en Cuba, en 1963…

Aunque uno tenga que morirse varias veces, no importa.

En esta vida uno se muere sólo una vez, y es por tanto tiempo.

Vivir fue su oficio y su arte.

Fumarse la vida hasta quemarse los dedos, bebérsela como uno bebe en las piernas de una mujer, hasta el último sorbo.

Hay gente que vive mucho tiempo, porque el aburrimiento les alarga la vida.

Su vida fue corta, pero su pasión desesperada por su arte hizo que viviera hasta cuando estaba soñando.

Hizo que viviera hasta cuando estaba muriendo.

Me niego a pensar que la vida de los hombres sea esto: algunas alegrías, rápidamente borradas por inolvidables tristezas.

Su muerte debe ayudarnos a vivir.

El recuerdo del hombre muriendo en nuestros brazos debe recordarnos que la vida es una bocanada de aire que se nos escapa, y el tiempo que la tengamos debemos sacarle el máximo de provecho.

Porque mejor que vivir es desear vivir, es cuidarse para vivir más tiempo.

Felipe nos enseñó que no es tan necesario vivir como vivir con pasión.

Eso lo aprendió de su padre, el cineasta cubano Luis Felipe Bernaza, que también vivió así, que también así murió.

A su mamá, la gran actriz Ana Viña, junto con pésames y condolencias debemos darle ayuda.

La actriz Ana Viña no necesita presentación, es una diva indiscutible; la mujer es un ser fragilizado, que debemos proteger en nombre de la supervivencia de la especie humana.

¿Quién dijo que todo está perdido?

Que esta amargura de hoy nos ayude a apreciar nuestros momentos de dulzor.

Hay amarguras innecesarias, que llegan a destiempo, pero si no sabemos aprender con ellas, entonces pueden regresar para llevar lo que nos queda.

Hasta siempre, Felipe.

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