Sunday, February 13, 2011

Debut triunfal del X Festival del Monólogo de Miami.



El brasileño Alberto Danuzio estremeció la escena de Havanafama, anoche, en la inauguración del X Festival Latinoamericano del Monólogo de Miami, con su espléndida interpretación del monólogo “La vida”, atribuido a William Shakespeare.


Fueron dieciocho minutos de belleza, sabiduría y plasticismo, en los que el hombre se fundió con el hierro para rendirle el más hermoso culto a la poesía escénica.

La standing ovation fue instantánea, los espectadores reaccionaron enardecidos, agradeciendo, reconociendo, distinguiendo el gran arte del joven brasileño, que ha triunfado con este monólogo en Miami desde que lo estrenó hace dos meses, obteniendo los honores del público y la crítica especializada.



La clave del éxito de este trabajo radica en la perfecta fusión de Danuzio con un cilindro metálico que evoca, sugiere, grafica, insinúa, subraya y/o recrea un texto de alcance universal , que halla su eco de manera muy personal en cada espectador.

Alberto Danuzio se desnuda de lo lindo, ofreciéndose como un Apolo casto y conmovedor, diciendo sus verdades con humildad irrebatible.



En la misma velada se presentaron otras dos experimentadas actrices: la venezolana Adela Romero, con el unipersonal “Yo nací un día que Dios estuvo enfermo”, del escritor cubano Jorge Félix Rodríguez, dirigido por Yesler de la Cruz; y “La muerte del hombre perfecto”, de y por Julie de Grandy, puesta en escena de Gonzalo Madurga.

Adela Romero firma un ejercicio de actriz altamente ambicioso, encarnando dos papeles muy diferentes: el de un intelectual argentino cuarentón, desencantado de un París de lentejuelas, y el de su novia bohemia, convertida en ama de casa burguesa y solitaria, después de haber esposado un millonario.



Se trata de una historia de desamor con un tono sublime, la interpretación de Adela sigue una estrategia arriesgada, que incluye transiciones de la risa al llanto, canciones a capella, soliloquios, monólogos interiores, efectos de actualización, rompimientos, y una escena final de gran carga emotiva, que sucede en proscenio, a centímetros de los espectadores.



La puesta en escena de Yesler de la Cruz no es menos arriesgada, de una grandilocuencia asumida, combinando las escenas simultáneas, los efectos de desconstrucción del espacio, los planos psicológicos y temporales, la utilización del video, la hipérbole narrativa y los flash backs, el cubano lleva hasta el paroxismo un ejercicio de actor que avanza sobre una sucesión de “tours de forces”, de alta dificultad, que demandan una performance de actor extraordinaria, que necesita tiempo y maduración para convertirse en lo que es.





Julie de Grandy tuvo la responsabilidad de venir a actuar en una escena que le habían dejado hirviendo, el texto de “La muerte del hombre perfecto”, lineal y directo encontró rápidamente la complicidad de los espectadores.

La puesta en escena de Gonzalo Madurga, de un naturalismo más tradicional, se reveló discreta y pragmática, al servicio de un teatro en el que la palabra y la actuación tienen los roles protagónicos.


Julie de Grandy se afanó en sus disquisiciones sobre el sexo, y entregó una exploración muy personal del fenómeno de la soledad del escritor de éxito, en la que cada cual habrá encontrado materia para sus vivencias.

La noche inaugural del X Festival Latinoamericano del Monólogo fue triunfal, la sala de Havanafama estaba repleta, y se respiraba la vibración positiva de una profesión noble, compuesta por teatreros experimentados de larga historia y actores noveles, con ganas de zamparse el mundo.

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