Friday, August 14, 2009

Ni heroínes ni marijuanes


Miami está revuelto, Juanes lo ha virado al revés.

La mayoría de los veteranos músicos cubanos de Miami están indignados, no paran de gritar que a ellos no los dejan entrar en Cuba, razón que les parece más que suficiente para condenar el concierto del colombiano.

Willy Chirino, que quería dar un concierto en Cuba hace unos meses, está que arde; Carlos Oliva, mucho menos conocido por el gran público, pero muy popular entre la vieja guardia, acusa a Juanes de comunista; Paquito d’ Rivera publicó una aguerrida carta abierta en Internet titulada “La música puede esperar”; Arturo Sandoval, más moderado, le ofrece al colombiano el beneficio de la duda.

Por su parte, Amaury Gutiérrez coincide con la generación de los históricos en cuanto al tono indignado de sus declaraciones: “no les daré el gusto de pedir una visa para entrar a cantar en mi país”.

La mayoría de los artistas cubanos más jóvenes guardan silencio, como si aún no tuvieran la edad para opinar sobre las cosas de los mayores.

Aunque algunos ya han empezado a balbucear, Germán Pinelli, director de los Tres de la Habana, que llegó de Cuba el año pasado, dijo en una entrevista a la agencia EFE que apoyaba el concierto de Juanes, antes de retractarse horas después, en vivo, en el programa de Oscar Haza, el prime-time de más audiencia entre los cubanos de Miami.

Quizás Pinelli, en el momento de la verdad, pensó que se le pudiera boicotear la gira que su grupo tiene prevista por más de veinte ciudades americanas.

Son los viejos reflejos de Cuba, no se le puede echar en cara a un músico como Germán Pinelli, que vivió toda su vida bajo la bota del comunismo, de haber sentido inhibición ante la mirada de Oscar Haza, que representa la de la extrema derecha de Miami, la mirada, no la bota.

La mayoría de los latinos de la ciudad piensan que el concierto debe darse, lo prueban los sondeos en los programas de farándula que proliferan en cada canal de televisión.

El de Pinelli es el mismo miedo de Juanes: a una censura, una represión brutal de sus discos.

No sería la primera vez que un artista latino sufriera presiones en Miami por haberse puesto en relación con La Habana.

Con el poder en La Habana, porque se sabe, y en esta historia nadie peca de ingenuo, que para dar un concierto donde se reunirán miles de personas en La Habana, hay que pedir permiso al poder… de La Habana.

Dicho sea de paso, en cualquier ciudad del mundo donde se organice un concierto con miles personas hay que pedir un permiso al poder de la ciudad.

El problema es que en Miami, hay una histórica corriente de pensamiento que considera que pedir permiso al gobierno de Cuba es legitimarlo.

Hay otros que piensan que se legitima más el gobierno de Cuba dedicándole a lo largo del día programas de radio y televisión, noticieros y artículos periodísticos.

Otros piensan que ése es el medio de lucha que le queda a los partidarios del exilio histórico: denunciar y criticar desde Miami las jugadas del régimen de La Habana.

En medio de este paisaje surge la iniciativa de Juanes de hacer su concierto por la paz.

La jugada de Juanes es muy fina, si los del exilio histórico no parecen tener otro objetivo que protestar con los mismos argumentos de hace 50 años, lo que hay al final de la apuesta de Juanes es el Premio Nobel de la Paz.

Si los artistas de la Isla, que no tienen un pelo de ingenuos y que, más allá de su ideología, tienen inteligencia, se abren a un discurso de paz y tolerancia, no sólo pondrán en mala posición a los del exilio histórico, sino que darían a Juanes el crédito del comienzo de una apertura que pudiera ser irreversible, el próximo paso sería un concierto de esos cubanos en Miami.

Un concierto al que invitarían a todos los que hoy están indignados, dejándoles como opción cambiar de posición y venir a tocar con ellos por la paz, o seguir en la posición actual y dejar pasar el histórico tren de la reconciliación.

Pase lo que pase, el gran beneficiario de esta situación será Juanes, quien, a pesar de sus miedos y alguna torpeza que haya podido cometer, nos prueba que ser el primero es más importante que ser el mejor.

La lucha entre el poder de La Habana y el exilio de Miami ha sido larga, lo que en 50 años no se logró con bloqueo y guerra fría, se pudiera ganar en unos meses, con respeto e inteligencia.

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