Friday, August 7, 2009

La interpretación es un plato que se sirve frío para que el público se lo coma caliente.



Anoche hubo una hemorragia de emoción en el taller de creación teatral de la Alianza Francesa de Miami.

¿Qué es lo que puede hacer que una actriz, que está ahí desde el principio, estalle en lágrimas en el medio de un ejercicio?

¿Cuál es el sortilegio que nos mantiene la carne de gallina durante un ejercicio colectivo como “La frase de mi vida”, que dura más de diez minutos?

Si el punto cero del actor equivale al cero en los números naturales, ¿cómo estos actores pueden “cambiar” de punto cero, con una transformación casi imperceptible para el ojo humano?

Esta vez no estamos hablando de fantasía ni de imaginación, tampoco estamos descubriendo nada nuevo, hay que ser verdaderamente inculto para pretender descubrir algo nuevo en arte; estamos hablando del resultado de un trabajo personal, interior, subjetivo, y al mismo tiempo eficaz, y fácilmente verificable.

Estamos hablando de los píxeles en la pantalla del actor.

Mientras más píxeles tenga una pantalla, más nítida será su imagen; mientras más elementos tenga un actor para construir su personaje (centro de gravedad, estado, color, resonador, etc); más orgánico y preciso será su resultado interpretativo.

Las frases estallaron en la sala como latigazos, algunas parecían salir directamente de una novela de García Márquez, otras de las entrañas de una pesadilla:

“Åmala, ámala mucho, si no la amas tú, ¿quién más la volverá a amar? (Fabiola).

”Los niños juegan con los niños y las niñas con las niñas. Los niños no juegan con las niñas”. (Yes de la Cruz).

“¿Cuál de las dos es adoptada?” (Adidi).

“¿Para qué? ¿Para que se muera de hambre como ustedes dos?” (Mid).

“Siembra un árbol de naranjas y recibirás manzanas” (Yasbleydi).

“Cuídense mucho”. (Carolina).

“Yo no sé hacer otra cosa en la vida que no sea robar” (Alejandro).

Frases de seres queridos justo antes de morir, frases cínicas de verdugos que causaron heridas profundas, frases de amor, de horror, irónicas frases, la mayoría alejadas en el tiempo, pero que resuenan aún en las conciencias.

El trabajo del actor tiene que ser un trabajo conciente, es un mito eso de caer en trance y ser otra persona el lapso de una obra de teatro, al igual que es un mito la inspiración en los intérpretes.

La noción de inspiración se resquebraja ante la noción de disciplina y de trabajo riguroso y (con) centrado.

Un actor no actúa con el corazón, sino con la cabeza.

La interpretación es un plato que se sirve frío para que el público se lo coma caliente.

Un actor no puede estar perturbado por sus sentimientos, porque entonces no puede servirse de ellos para su interpretación.

Eso le pasó a Mid en el ejercicio que siguió: “Titanic”.

“Titanic” es uno de los ejercicios insignias de la casa, de la misma manera que lo es “Cartas de amor” o “La consulta psiquiátrica”.

El grupo de actores se desplaza en el espacio en punto cero, a una señal del director todos se miran a los ojos buscando la persona ideal para un abrazo, una vez detectada la persona, los dos actores se acercan y se funden en el más humano de los abrazos.

Han habido abrazos de leyenda en nuestro taller, recuerdo uno entre Osvaldo Strongolli y Nicole Pesce, que duró una eternidad y terminó de la más intensa de las maneras.

Pues ayer pasó algo inusitado: Mid y Alejandro se miraron y, cuando fueron a abrazarse, algo pasó en Mid que la paralizó.

Alejandro se dio cuenta que la pequeña colombiana sensual de ojos angelicales lo miraba con repulsión, casi con odio, y comprendió que Mid, aunque lo estaba mirando a él, estaba viendo a otra persona.

El ejercicio fue profundamente conmovedor, un modelo del género, pero no era “Titanic”.

El objetivo había sido malogrado porque se trataba de abrazar, no de aborrecer.

Cada actor tiene un objetivo y sólo uno a cada momento de su cadena de acciones, y no puede ser desconcentrado por sentimientos o recuerdos que vengan a perturbar este objetivo.

Mid pasó de mujer que venía a dar un abrazo a mujer que reconoce su verdugo, su transición fue absolutamente verosímil y elocuente, y le hizo comprender, a falta de cumplir su objetivo, que todo lo importante del actor sucede en su cabeza, el corazón es muy frágil para inmiscuirlo en ese infierno.

La segunda parte del taller fue el trabajo en escena con “Disturbios en la fábrica”, de Harold Pinter.

Se trabajó en dos equipos, bajo la dirección de Yes de la Cruz y Alejandro.

Se sabe lo puntilloso que era Pinter con sus textos, le gustaba que se interpretaran como los había escrito.

Cuando Carolina vio el ejercicio de las mellizas Giraldo, dirigido por Yes de la Cruz, no pudo impedirse de decir: Harold Pinter debe estar removiéndose en su tumba.

La puesta en espacio de Yesler desvirtuaba el realismo de Pinter, conservando su ambigüedad esencial.

Fue un ejercicio de danza-teatro, donde las mellizas desbordaron de sensualidad e ironía, e hicieron gala de su magnífica expresión corporal.

“Lo que más me gustó es que le faltaron el respeto al texto”, dijo Alejandro.

Estos muchachos son definitivamente iconoclastas, rebeldes, irreverentes, y si están estudiando con tanto esmero la academia, es para mejor hacerla explotar en un futuro muy cercano.

Anoche tuvimos la visita de Horacio, joven actor nicaragüense, ojalá que no lo hayamos intimidado y que regrese el próximo martes.

7 comments:

  1. la maravilla se vuelve escritura escenica...

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  2. demasiado hermoso para ser verdad, alguien de Miami me asegura que este grupo no existe, que son capítulos de una novela que está escribiendo Yovani Medina sobre un artista frustrado que ya nadie cree en el, autobiógrafico?

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  3. llevo meses oyendo hablar de este grupo que ha viajado por todos los Estados Unidos y no se ha visto una foto de ellos, son los actores invisibles de Miami?

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  4. un artista que no le ponga el corazón a lo que hace es un robot

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  5. Gracias por dejar sus comentarios, muchachos, se siente, se comprende lo que llevan implícito.
    Yoshvani.

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  6. Nos ladran Sancho, señal que cabalgamos..

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  7. Gracias por compartir las anécdotas de tus clases, todo se siente muy vivo entre tus líneas.

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