Elogio del cumpleaños.

Esta semana fue mi cumpleaños, lo primero que hice fue enviarle un telegrama de felicitación a mi madre.

Ella se puso contenta: el verdadero día de las madres es el cumpleaños de sus hijos.

Mis amigos me organizaron una fiesta secreta, una traición colectiva de la que todos quisiéramos ser víctima.

Celebrar su cumpleaños es bueno: las estadísticas dicen que las personas que más celebran cumpleaños viven más.

El tiempo apremia, hay que darse cuenta que ya no hay fiesta que no sea la fiesta de todos.

Al final, mi novia me preguntó si me había gustado la fiesta, yo la besé y le dije: se pueden ahogar los clamores, ¿pero cómo vengarse del silencio?

Cada hombre lleva una parte de soledad que ninguna intimidad humana puede llenar, aunque una cosa es segura: la vida es la más bella de las fiestas.

Amigos míos: una fiesta de cumpleaños es un exceso permitido, premeditado.

Celebren los cumpleaños con todo su cuerpo, con todas sus fuerzas, y no importa si pierden alguna pluma, ellas vuelven a salir.

Quien no ha conocido la soledad ignora lo que es la compañía de los que lo quieren.

Escribir es preparar un regalo sorpresa para una fiesta que no llega, festejar es regalarle escritura a la sorpresa de la llegada.

Dicen que el que no tiene dinero, falta de todo; yo digo que el que no tiene a nadie, falta de faltas.